Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te
invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para
que puedas.
Buscad lo suficiente, buscad lo que basta. Y no queráis más. Lo que pasa
de ahí, es agobio, no alivio; apesadumbra en vez de levantar.
Si dudo, si me alucino, vivo. Si me engaño, existo. ¿Cómo engañarme al afirmar que existo, si tengo que existir para engañarme?
La sabiduría no es otra cosa que la medida del espíritu, es decir, la
que nivela al espíritu para que no se extralimite ni se estreche.
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