Cuenta la historia que ya todos sabían que él era un
contrabandista. Era incluso famoso por ello. Pero nadie nunca había
logrado descubrirlo y mucho menos demostrarlo. Con frecuencia, cruzaba
de la India a Pakistán a lomos de su burro, y los guardias, aun
sospechando que contrabandeaba, no lograban obtener ninguna prueba de
ello. Pasaron los años y el contrabandista, ya mayor de edad, se retiró a
vivir tranquilamente a un pueblo de la India. Un día, uno de los
guardias se acerco hasta su casa y le dijo:
—Yo he dejado de ser guardia y tú de ser contrabandista. Quiero pedirte un favor. Dime ahora qué contrabandeadas.
Y el hombre contestó:
—Burros.
3 comentarios:
Jjajajaja muy buen contrabando...aunque yo me pregunto ahota despues de haberme reido...si tenía que pasar cada vez por la frontera...la de ida la tendria que pasar andando...¿y donde estaban entonces los guardianes?...un besote preciosa.
Me resultó muy entretenida tu entrada, Magda. Es un placer pasar por tu blog. Buen fin de semana.
Un abrazo.
HD
Vale por los burros. Para pasarse una vida
Me alegro de que ya todo esté bién por aquí
Besos
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