Y a ti María, Madre del amor más hermoso, Madre del Redentor y Madre
mía, te pido que se haga en mí según tú palabra y tu vida. Que mi
corazón sea un reflejo del tuyo; que me enseñes tus actitudes y tus
virtudes. Pero si tengo que pedirte algo, es que me enseñes a pronuncia
cada día, desde mi dolor, silencio y vacío: ¡HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA!