Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.
Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias.
El alumno dijo al profesor:
—Hagámosle una broma. Escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre.
—Hagámosle una broma. Escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre.
—Mi querido amigo —le dijo el profesor— nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre.
Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre terminó sus tareas y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo. Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro se agachó para ver qué era y encontró la moneda.
Pasmado se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar. Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie.
La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda.
Sus sentimientos lo sobrecogieron. Cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.
El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Ahora —dijo el profesor— ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma?
El joven respondió:
El joven respondió:
—Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: ES MEJOR DAR QUE RECIBIR.
13 comentarios:
Preciosa parábola...me ha encantado...un besote preciosa
¡¡¡PRECIOSO!!! besos Maruja.
¡Hola Magda! Estoy de acuerdo con tu entrada, el prfesor pone un buen ejemplo, tedríamos que pensar
en el tema y quizá nos iría mejor.
Un abrazo.
Una apuesta brillante la del profesor. La cabeza se nos va amueblando poco a poco y aquí se pone de manifiesto.
Me ha gustado mucho.
Gracias Magda.
¡Hermosa entrada! Hay más felicidad, al dar, que al recibir.Todos tenemos experiencia
de ello ¡Gracias!
Un abrazo.
¡Bendiciones!
bellisimas y reflexivas letras nos regalas princesa, esta asturiana te manda un besin muy muy grande y te da infinitas gracias por hacernos participes de tu sabiduria y belleza.
Hola Fibo: gracias. Un abrazo.
Hola Maruja: besos.
Hola Jota Mate: si que es una apuesta que tendríamos que poner en la vida como modelo, nos iría mejor.Un abrazo.
Hola Marian: llevas razón se disfruta más dando que recibiendo. Un abrazo.
Hola Ozna-Ozna preciosa: tu siempre tan galante. Un abrazo de esta andaluza.
Hola Magda, he venido a conocerte porque me ha gustado mucho que me felicitaras en mi blog. El cuento es precioso, de los que me gustan a mí y, si no te importa, lo grabaré y subiré al blog, nombrando tu entrada, para que otros también lo conozcan y les haga reflexionar. Pena que no sepamos de quien es, me gusta nombrar a los autores de los textos que leo.
Gracias por estar cerquita.
Un fuerte abrazo
Hola Beatriz, si te gusta te lo puedes llevar a tu blos. El autor es desconocido. Siempre que se el autor lo pongo. Un abrazo.
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